viernes, 13 de mayo de 2011

El divino Narciso

Narciso

En El divino Narciso se presenta al mundo precortesiano como enigmático y misterioso, lleno de tradiciones en principio incomprensibles para los novohispanos de la época. Sor Juana siente simpatía e incluso aprecio por ellos, pues, contrario a la costumbre de la literatura colonial, no representa a los indígenas como seres irracionales y salvajes.
La redención de la humanidad es el móvil más importante de la obra. El divino Narciso es Dios mismo, que busca a a la ovejuela descarriada a fin de llevarla a su rebaño y en el camino encuentra a cada una de las naturalezas humanas. Ello entraña un intento por mostrar la esencia del catolicismo de una manera simple, lo que consigue de una manera magistral.
El pensamiento político del auto corresponde a un proyecto de integración política, más que a un intento de evangelización. En algunas partes Sor Juana denuncia el maltrato que los indígenas sufren a manos de los españoles, por lo que de cierta forma señala que los fundadores de Nueva España fueron los frailes y no los conquistadores. Esta representación de América es única en la literatura colonial hispanoamericana.
Muchos pasajes de El divino Narciso, sobre todo las intervenciones del pastor, recuerdan la obra de San Juan de la Cruz y de Fray Luiz de León, dos de los más importantes escritores místicos de la literatura española del siglo XVI.
El título de este auto sacramental alude a El divino Orfeo, de Pedro Calderón de la Barca, quien es, muy probablemente, el escritor que más influenció la obra dramática de Sor Juana Inés de la Cruz.
Para Sor Juana los autos sacramentales son el remedo diabólico de la Eucaristía cristiana, preocupación que aparece ya en los primeros cronistas de la Conquista, en quienes la monja pudo haber tenido su fuente. A la vez, Sor Juana muestra cómo la dulzura de la Religión, caritativa dama española, contrasta ante la firmeza de su marido el Celo, sospechosamente parecido a los conquistadores. El drama sorjuanesco de las querellas maritales tiene su antecedente, otra vez, en Calderón de la Barca

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